Ayer en Marraquech se encontraron, por un lado, Juan Carlos I, rey desde que existe democracia en España, y por otro, Mohamed VI, rey desde que heredó el poder en Marruecos tras la muerte de su padre, Hassan II.
El tercero en discordia fui yo, el fotógrafo sin corbata, que pudo tomar las fotografías que han inundado las portadas de los periódicos españoles de hoy. Todo gracias a la buena coordinación entre ambas casas reales, a la embajada española en Rabat y al buen hacer de la seguridad real. Este es uno más de los ejemplos en los que hacer la foto no es lo difícil, lo difícil es conseguir acceso.
Yo no pasaré a la historia, pero estos dos monarcas si que lo harán. Y para mi, como fotógrafo, es un placer fotografiar a personalidades que dejarán su huella en los libros futuros, independientemente del nivel de aceptación que tengan.
1 comentario:
Buen trabajo germà. No hay nada como tener buenos contactos para estar unos momentos documentado un pequeño trozo de historia. Un abrazo.
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