Después de cuatro años en Marruecos, es momento de decir adiós a este
contradictorio país. Han sido unos años fantásticos a nivel personal y
profesional. Me he cruzado con gente muy especial y he aprendido unas
cuantas cosas en diferentes ámbitos.
Este país nos ha
tratado más o menos bien. Una de cal y una de arena, como dicen por ahí.
La influencia de la religión en cualquier aspecto de la vida cotidiana,
la circulación vial o el control estatal sobre las tareas realizadas
por la prensa internacional son algunos de los ejemplos que hacen que la
vida en este país sea a menudo desagradable.
La crisis de los medios de comunicación ha cambiado
totalmente en estos cuatro años la filosofía del fotoperiodismo, ahora
las líneas a seguir las marca su coste, ni su calidad ni su nivel
informativo.
Pero Marruecos también ofrece una
experiencia enriquecedora, y esa es la que mi familia y yo nos
llevaremos en el recuerdo. Un fantástico país para viajar, la luz de
este norte de Africa y el placer de estar apartado del primer mundo para
lo malo pero cerca de el para lo bueno.
La nueva etapa
para mí y mi familia tendrá como base Estados Unidos, concretamente
Washington. Entre las metas que me he propuesto cumplir está la de
actualizar tanto mi página web como los contenidos de este blog.
Como despedida de Marruecos, aquí tenéis esta instantánea del restaurante Dinarjat en la medina de Rabat.
¡Hasta pronto!

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